Reseña: The Order 1886 – ¡Mátenlos con fuego!

Mamer (Dark Mithrion X)
17 dic 2015
3 Min. de lectura

Quien necesita a Van Helsing, la Orden esta aquí para hacerse cargo de los asuntos sobrenaturales.

(Ok, si necesitamos a Van Helsing).

The Order 1886 es el último juego de Santa Monica Studio en colaboración con Ready at Dawn, el cual nos introduce a un universo en el cual una antigua orden originada de los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo tiene como propósito establecer el orden y la autoridad a través del imperio británico en el nombre de la realeza, lidiando tanto con amenazas humanas como sobrenaturales.

Entramos a este mundo como Sir Gallahad, uno de los caballeros de la orden de gran experiencia, quien junto con Lady Igraine, Sir Percival y Márquez de Lafayette; otros caballeros de la Orden, se les da la misión de terminar con una insurgencia rebelde que se esta expandiendo en las mismas entrañas de la ciudad.

La misión cambia repentinamente al encontrarse con que el enemigo no solo son humanos, si no híbridos, un enemigo antiguo al cual la Orden se ha dispuesto a exterminar desde hace mucho tiempo.

Es de esta manera que empieza la aventura.

Bien, tengo que aceptarlo, son ese tipo de proposiciones de historia las que te llevan directamente a buscar un juego y jugarlo hasta que te hartes, y por dios que lo hice.

Lo principal que debes entender antes de jugar este titulo es que definitivamente no es el mejor en su clase, siendo completamente honesto; sin embargo, si te dejas llevar por la historia del mismo, maldita sea que te vas a entretener.

Por desgracia, la historia no hace al juego. Hay varios aspectos técnicos que hacen que este juego sea un poco… monótono.

Los primeros niveles te sumergen de una manera muy especial a esta idea de que eres prácticamente un justiciero y haces que las reglas se cumplan con toda la fuerza de la ley, contando con un arsenal de armas avanzadas y tecnología superior a la época.

Lamentablemente conforme la historia se desarrolla, poco a poco te vas dando cuenta que los enemigos que persigues, bueno, son iguales en casi todos los sentidos. Hay uno que otro punto en el que puedes llegar a encontrar algo de resistencia y dificultad, pero eso principalmente se debe a las mecánicas de juego que se manejan que pueden quedar poco claras en ciertos momentos.

Sin embargo no puedo quejarme mucho mas allá de eso en cuanto a los específicos técnicos, ya que lo único que encuentro como una falla total es eso, una gran falta de variedad entre acciones, enemigos, armas, objetivos, etc.

Pero, dejando todo esto de un lado, es una propuesta muy interesante, la manera progresiva en la que se desarrolla la historia llego a capturarme por completo y llevarme a no soltar el control hasta terminarlo. Y he aquí donde me encontré con el segundo peor error que he visto en un videojuego y por dios nunca se los voy a perdonar.

Estoy seguro que todos hemos tenido un juego el cual nunca hemos podido terminar, ya se por un error del juego, por que el juego era muy complicado, poco explicativo, etc. Bueno, así es como me siento con The Order 1886, incompleto.

Spoilers adelante

Al llegar a la última misión, la tensión por ver la conclusión corría por mis venas desenfrenadamente, mi mano estaba engarrotada en el control; todo esto mientras veía como hordas y hordas de enemigos venían por mi y yo me sentía como loco haciendo pedazos a todos por doquier.

Llego a una confrontación con uno de los altos mandos de la Orden con el propósito de salvar a uno de mis fieles amigos de entre sus garras. Lo termino como todo un profesional en el juego sin errar un solo golpe. No puedo esperar a salir de ahí é ir directamente a donde se encuentra el jefe final y ponerle fin a su reinado del terror.

¡PUM! Créditos.

Fin de los spoilers

Conclusión: Maldita sea, me vieron la cara de tonto, ilusionándome todo el camino con una historia en la que me sumergí a fondo para concluir con un final abierto (EXTREMADAMENTE ABIERTO) solo para dar pie a una continuación.

Lo siento, solo… me siento desilusionado. Fue como una relación de amor y odio a la vez.